Por Juan Ignacio Lanari
El presidente de
Estados Unidos de América, Barack Obama, le pidió al Congreso de ese país que
le diga cómo continuar y qué hacer en Siria. El premio Nobel de la Paz, Adolfo
Pérez Esquivel, le envió una carta abierta al presidente norteamericano en la
que le exige que “escuche el clamor de los pueblos” y se abstenga de intervenir
la situación porque “Siria necesita una solución política, no militar”.
La guerra civil
Siria se inció a principios del 2011 cuando diversos grupos opuestos al
gobierno del partido Baath Árabe Socialista (que gobierna desde la década del
60´) y particularmente contra su presidente Bashar Al-Asad se levantaron en armas. El levantamiento es
producto de la influencia de las protestas en países árabes como Egipto, Túnez
y Libia. El resultado de estos enfrentamientos entre los “rebeldes” que
reclaman el fin del autoritarismo y la represión, alto desempleo, inflación y
declive de la producción petrolera es, hasta el momento, miles de muertos y
millones de exiliados.
Un conflicto de tal
magnitud merece, sin dudas, la preocupación de todo el mundo. Pero, ¿Por qué
Estados Unidos busca la aprobación de Naciones Unidas para intervenir
militarmente?
Indudablemente esto
nos recuerda al rol que jugó el país americano en otros enfrentamientos o
conflictos y qué beneficios obtuvo: En el conflicto Árabe-Israeli, luego de
apoyar a Israel y fomentar el
enfrentamiento, se posicionó como principal vendedor de armamento militar al país judío. En 2001, se inició la guerra
en Afganistán contra varias células terroristas. Nueve años lleva la intervención
militar en el país asiático que logró instalar seis bases militares
estadounidenses fijas pero que poco comunicó sobre la situación de los ocho
grupos terroristas que fue a combatir. En 2003 comenzó la “guerra de Irak”,
porque, según el país “defensor de la paz mundial”, en ese territorio se
estaban desarrollando armas de destrucción masiva, además de que se acusaba a
Irak de fomentar el terrorismo y participar del atentado a las Torres Gemelas.
Curiosamente, los expedicionarios no encontraron armas nucleares pero sí se
toparon con pozos de petróleo.
La intervención de
Estados Unidos en Siria tiene un objetivo que se aleja bastante de su rol como “embajadores
de la paz mundial”. En territorio sirio hay pozos de petróleo que sostienen la
economía del país.
Parece ser que no importa la violencia o la cantidad de
muertos que haya dentro de un país, basta con que esos muertos caigan en un
pozo de petróleo para que “el tío Sam” se preocupe por la estabilidad política
y la paz mundial. Podría ser un buen momento para replantear el premio Nobel de la paz que se le entregó a Obama en 2012.
La Barca Cubana, septiembre 2013
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