"Ni muertos los detendrán"
El 26 de junio de 2002 se organizó una
movilización, en la que participó la Coordinadora de Trabajadores Desocupados
Aníbal Verón, que tenía como objetivo cortar los principales accesos a la
Capital Federal para presionar al gobierno a que ceda ante los reclamos:
aumento general del salario, suba a $300 del subsidio para desocupados (en ese
momento era de $150) y abastecimiento de alimentos en comedores populares. En avellaneda se hicieron presentes la
policía federal, gendarmería nacional, prefectura naval argentina y la policía
bonaerense, que tenían una orden clara:
impedir que la manifestación se realice con éxito. ¿A qué costo?, los hechos
hablan por sí solos.
La represión no se hizo esperar, la policía
comenzó lanzando gases lacrimógenos y disparando balas de goma para
desconcentrar las columnas, pero los trabajadores estaban de pie y resistían.
Empezaron las corridas, el desorden, el caos. La policía pareció desbordarse
por la reacción de los activistas, no esperaban la resistencia, impusieron su
fuerza por las armas. El comisario de la policía bonaerense Alfredo
Fanchiotti y los oficiales que lo
acompañaban empezaron a disparar con balas de plomo directamente a los
piqueteros. Una de esas balas- que
fueron disparadas a más de 50 metros-, impactó en el tórax de Maximiliano
Kosteki, militante del Movimiento de Trabajadores Desocupados de Lanús. El
hecho se produjo en plena avenida Pavón, frente al supermercado Carrefour. Un
compañero cargó a Kosteki y lo ayudó a llegar a la estación de trenes. Darío
Santillán, del MTD de Guernica,
reconoció a Maximiliano que estaba tirado en el hall de la estación (a
más de 500 metros de donde se estaba reprimiendo) y fue a auxiliarlo. Pocos
segundos pudo estar al lado de su compañero porque el oficial Fanchiotti junto
con el cabo Alejandro Acosta se acercaron de manera amenazante. Santillán
empezó a correr, salió del hall de la estación y fue seguido por Fanchiotti
que le disparó con total frialdad y por la espalda la bala, que minutos más
tarde terminó con la vida del piquetero.
Tres años más tarde del asesinato de los dos
jóvenes, en mayo del 2005, comenzó en Lomas de Zamora el juicio a los responsables
del crimen. Las condenas afectaron a los
policías partícipes del asesinato (entre ellos Alfredo Fanchiotti, Alejandro
Acosta, Félix Vega, Carlos Quevedo, Mario De la Fuente, Gastón Sierra, Lorenzo
Colman y Celestino Robledo). Sin embargo, los responsables políticos que
permitieron que la tragedia ocurriera continúan impunes y gozan de total
libertad, tal es el caso del ex presidente Eduardo Duhalde, el ex secretario de
la Presidencia Aníbal Fernández, el ex gobernador de la provincia de Buenos Aires
Felipe Solá, el ex ministro de Justicia Juan José Álvarez y el ex jefe de
Gabinete Alfredo Atanasoff.
Actualmente, a once años de la masacre, se
sigue reclamando a la Justicia que sean condenados estos responsables
intelectuales, ya que sin su aval, nunca hubiese ocurrido el brutal asesinato
de Darío y Maxi.
El escritor uruguayo Eduardo Galeano definió
al Che Guevara como “un nacedor”, y en su texto dice: “Cuánto más lo insultan,
lo manipulan, lo traicionan, más nace. Él es el más nacedor de todos”. Darío
Santillán y Maximiliano Kosteki son, sin
dudas, dos nacedores porque a once años de su muerte siguen vivos en cada
protesta social, cada manifestación, cada conquista, y cada lucha de los
trabajadores. Las balas que terminaron con sus vidas ese lamentable día los
hicieron pasar a la inmortalidad y todos los 26 de junio se hacen presentes en
Avellaneda para que sigamos reclamando a la Justicia condenas para los ideólogos de su crimen y para que nos
quede bien presente la idea de que la
protesta social no debe ser criminalizada NUNCA.
La Barca Cubana, julio 2013
La Barca Cubana, julio 2013
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