Por Juan Ignacio Lanari
-¿Cómo te enteraste qué tenías que ir a
Malvinas?
-Yo ingresé al servicio militar en enero de
1981 y en noviembre de ese año me dieron la baja por buen comportamiento, cumplía el rol de mozo y a veces de cocinero
del casino de suboficiales. En abril de 1982 yo estaba en casa y me enteré lo
de Malvinas, unos días después, el
viernes santo me fueron a buscar a casa tipo cinco de la mañana, yo estaba
durmiendo. Golpearon la puerta de casa y a los gritos me llamaban a mí, me
levanté enseguida porque ya sabía que me iban a buscar. Ahí salimos en una
camioneta a buscar a los demás chicos que estaban de baja y a eso de las seis
de la tarde llegamos al cuartel para instruir a los de la clase 63, les
enseñamos a armar y desarmar el armamento para que ellos pudieran quedarse
haciendo la guardia y nosotros irnos a Malvinas.
- ¿Cómo fue tu llegada a las islas?
-Estuvimos dos días en el cuartel
enseñándoles a los chicos que se quedaban y el 10 de abril partimos para las
islas, terminamos llegando al otro día porque el 10 a la noche el avión no pudo
aterrizar por el tiempo y volvimos a salir el 11 de abril, ese día llegamos a
las Malvinas.
-¿Qué sentiste en esos primeros días en las
islas?
-Nosotros no teníamos miedos, estábamos re
confiados. “Acá no va a entrar nadie”, decíamos. El primero de mayo fue el primer bombardeo, (de noche era bombardeo naval y de día
bombardeo aéreo), ahí empezó el hostigamiento. Nosotros teníamos un cañón con
un alcance de doce kilómetros y ellos nos tiraban con uno de 18 kilómetros, o
sea que ellos nos tiraban, alcanzaban donde querían y nosotros no podíamos responder.
Yo tenía una pistola de bengalas que la lustraba todos los días – porque nos
decían que había que cuidar el arma, que era lo más importante que teníamos,
que nos iba a cuidar-, cuando empezó el
primer bombardeo me levanté y lo primero que hice fue agarrar la pistola y
tirar una luz de bengala porque no veíamos nada, era la primera vez que
estábamos en esa situación, con tal mala suerte que la luz de bengala cayó a
pocos metros de donde estábamos nosotros, marcándoles el territorio a los
ingleses (mis compañeros me querían matar). Al otro día cuando me levanté
revisé el cartucho de la bengala y decía “Vence en septiembre de 1977”.
-¿El abastecimiento de comida cómo era en tu
lugar?
-El tema de la comida, nosotros estuvimos
bien hasta el primero de mayo. Teníamos desayuno y almuerzo, comíamos a eso de
las 11 de la mañana, y el almuerzo venía a eso de las 3 de la tarde. La comida
era suculenta, bien pesada, pero a partir del primer bombardeo no salía la
tropa entonces te arreglabas con lo que había, dependíamos de nosotros. No
quedó ni un pato ni una gaviota, matábamos lo que veíamos y lo hervíamos,
también nos metíamos en la casa de los Kelpers y agarrábamos lo que podíamos.
Un día unos soldados que estaban cerca nuestro le robaron un ternero a un
Kelper que vivía ahí cerca, con ese ternero comimos todos.
-¿Cuál es el recuerdo más significativo que
tenés de Malvinas?
-El recuerdo más triste y penoso, que ahora
lo estoy recordando y se me hace un nudo en la garganta, fue cuando entregamos
el armamento. Ese fue un momento más penoso de todos, si le preguntas a
cualquier ex combatiente de Malvinas te va a responder lo mismo. Cuando nos
tomaron prisioneros nos llevaron a Puerto Argentino y nos tuvieron ahí una noche, al otro día nos
llevaron al aeropuerto y ahí nos hicieron dejar el arma. Vos no te querés
desprender del arma. Eso fue lo más doloroso que viví y hasta hoy me trae
angustia. También me sacaron todo lo que tenía, había escrito un diario que no
me lo dejaron traer, me dejaron sin nada.
-Sin dudas a partir del primero de mayo.
Realmente pensé que no iba a volver, ahí
aprendí a rezar. Aunque parezca mentira aprendí
a pedirle a Dios por mis compañeros, por mi familia que estaba acá y
escribí la primera carta que se la mandé al esposo de mi hermana. Esa carta
todavía la tiene mi hermana.
-¿Desde ese primero de mayo cuánto tiempo
paso para vos hasta el 14 de junio (día
de la rendición)?
-A partir del primero de mayo el tiempo me
pasó rapidísimo. Nosotros desde ahí nos enterábamos lo que pasaba en otros
lugares y en otros puestos de Malvinas. Escuchábamos radio Colonia (de Uruguay)
y ahí nos informábamos lo que pasaba, como el hundimiento del General Belgrano.
Pero nosotros estábamos muy confiados pensamos que no iban a entrar. No
pensábamos que íbamos a perder la guerra, en ningún momento. Una vez que
terminó todo nos dimos cuenta que eran muchos más que nosotros y que tenían armamento más sofisticado, lo que
si tuvimos nosotros (que fue hasta reconocido por los mismos ingleses), fue la
garra que pusimos, no nos queríamos rendir.
-¿Cómo te enteraste que Argentina se había
rendido?
-El oficial de mi grupo que estaba arriba de
nosotros, tenía comunicación. Nos avisaron que teníamos que replegar porque los
ingleses iban a desembarcar y no tenía sentido que nosotros nos quedemos ahí.
La orden que teníamos era abandonar todo menos el armamento. Junté mis cosas,
las cargué y me fui al pueblo, cuando llegamos a Puerto argentino nos
encontramos con varios soldados de otras divisiones y nos dejaron en el puerto,
entramos a un galpón que estaba al lado y no podíamos creer la mercadería que
había, no podíamos entender como estaban todos los contenedores llenos de
comida y nosotros sin comer.
-¿Qué trato recibieron por parte de los
ingleses?
-El trato fue buenísimo, nunca recibimos de
parte de ellos una agresión ni nada. Cuando nos embarcaron si nos sacaron todo,
la campera, el pulóver, las botas, nos
revisaron todo, nos hicieron vestir y
nos subieron al barco. Cinco días nos tuvieron los ingleses hasta el 21 que
llegamos a Palomar.
-¿Cómo los recibió la sociedad argentina a
ustedes?
-Nos trajeron de noche, nadie se enteró que
habíamos vuelto. Me tuvieron en Campo de Mayo veinte días sin ni siquiera
avisarle a mi familia, me hicieron varios estudios, me engordaron y me dieron
la baja. Salí de Campo de Mayo y me volví en colectivo a mi casa, fue muy feo.
Yo en ese momento no podía creer que nadie sabía de donde venía.
-¿Te pudiste reinsertar fácil laboralmente?
-Volví a mi trabajo y me dijeron que no, que
las ventas no eran lo mismo, y ahí empezó mi calvario. Yo no venía de
vacaciones ni de joda, a mí me fueron a
buscar a la noche, me llevaron y acá estoy, quiero seguir trabajando. Los
lugares donde iba decía que era ex combatiente y me decían después te llamamos
y nada, me sentí muy discriminado, llegó un momento que no quería decir “soy
excombatiente”.. El único lugar que me abrió la puerta fue la empresa donde
trabajaba mi cuñado, a ese lugar le había mandado la carta desde las Islas.
-¿Qué opinión tenés en relación a la discusión actual sobre la soberanía de las Islas Malvinas por
vías diplomáticas y lejos de una posibilidad de enfrentamiento?
-A mí me gusta lo que está haciendo el
Gobierno. Es más, a nosotros nos convocó a la casa de Gobierno cuando se
cumplieron los 30 años de la guerra y nos mostró lo que iba a hacer, nos
comentó que iba a continuar el reclamo
hasta las últimas consecuencias pero siempre diplomáticamente. A mí me gusta lo
que está haciendo y yo no lo voy a ver pero quizás lo vean mis nietos o mis
tátara nietos: Ver flamear la bandera argentina sobre puerto argentino.
La Barca Cubana, julio 2013.
La Barca Cubana, julio 2013.
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