El
momento histórico en el que nos ubicamos nos hace difícil comprender muchos
temas sobre política- nos marean con las opiniones de los economistas, de los
periodistas-los medios de comunicación, incluso de los propios políticos.
Ordenar esa información para volvernos partícipes del contexto en el que
vivimos, nos da la chance de poder opinar y debatir. Nos da la chance de
revivir las ideologías.
En
la última dictadura “el fin de la subversión” era primordial para el gobierno
de facto, lo que en realidad se buscaba era el fin de las ideologías. El
termino no es nuevo, ni mucho menos el tema, pero la recopilación histórica es
necesaria para entender la actualidad de la política nacional. Las dictaduras
en nuestro país llegaron para callar las voces de los movimientos populares, la
rebelión contra las represiones y la proscripción. Sin embargo, aún en tiempos
de silencio obligado, hubo quienes pusieron a punta de fusil sus cuerpos por sus
valores y el respeto por su lucha. El mundial no pudo callar todas las mentes.
Los
ochenta encontraron un país con una economía devastada, sobrepasada de
problemas que incurrían constantemente en la vida cotidiana de los ciudadanos.
La sociedad había vuelto a las calles para quedarse. Mientras los problemas se
multiplicaban, el desempleo e hiperinflación eran los que golpeaban más fuerte
a los sectores bajos, los gremios de trabajadoras serían los que más disputaran
sus derechos cara a cara contra la situación económica.
Los
noventa son los años más importantes, no sólo por las acciones políticas, sino
también por la injerencia que tendrían
distintos grupos sociales ante la década que llevo al país a la peor crisis de
su historia.
Fueron años
abrillantados basados en ideas económicas imposibles de sostener, tanto
la convertibilidad (1 peso = 1 dólar) como el desmantelamiento del Estado
dejaron un saldo años después de pobreza extrema y una economía destruida. En
la misma década, sectores medios de la población aumentaban su patrimonio y sus
bienes, mientras otros peleaban por sobrevivir.
Fueron
los años en los que surgieron los primeros movimientos de desocupados y
piqueteros, en los que el norte del país estaba
en movimiento, en constante lucha, enfrentándose a las represiones de
las policías provinciales. En esa época se dio el primer “Cutralcaso” donde en
los pueblos de Cutral Co y Plaza Huincul
en Neuquén, con menos de 60 mil
habitantes y un 30% de desempleo, se
manifestaron hasta vencer, obstruyendo las refinerías de YPF luego de su venta
a manos extranjeras y reclamando por los puestos de trabajo perdidos.
Fue
un ejemplo de lucha, que luego se vería en cada región del país, hasta estallar
a fines de los noventa y principios de siglo en Buenos Aires.
La
asunción de la coalición liderada por De La Rúa, aumentaría la difícil
situación económica y social argentina. Sin herramientas y continuando con el
libreto neoliberal que había venido a instalar la dictadura del 76 y que había
llevado a cabo el menemismo en los 90, la sociedad estallaba.
Muchos
se quedaron en sus casas por el temor a los saqueos. Otros llenaron las calles,
enfrentándose a la policía en aquel diciembre sangriento del 2001. “El
argentinazo” irrumpió todos los canales de televisión que nos mostraba la
sangrienta represión, las corridas y los pibes reclamando y tomando las calles.
El
helicóptero saliendo de la casa rosada es la mayor representación de lo que
podía realizar la participación política activa. El pueblo se cansó.
Los
años que podemos considerar actuales, los diez años de gobiernos kirchnerista,
trajeron una participación política activa de muchísimos jóvenes, adhiriéndose
a partidos políticos, participando en organizaciones sociales, desde donde sea, que siguen el camino ya allanado por las
generaciones que sufrieron los años más oscuros de nuestro país.
¿Por
qué tratar de entender esto? Porque algunos hoy, candidateándose a puestos
políticos desde la anti-política, plantean resolver los problemas de la
sociedad. La historia nos marca otra cosa, cuando el pueblo se manifestó, se
solidarizó, se mostró codo a codo, aunque no hayan sido los 40 millones de
argentinos, dieron el puntapié inicial para que hoy tengamos presente que
formar este espacio es importante, hacernos escuchar es importante.
La
anti-política sigue siendo un arma de destrucción masiva, porque las luchas
populares arden más que nunca. El enfrentamiento de ideas es inevitable pero no
dejar que se extingan es una responsabilidad.
La
Barca Cubana, junio 2013.
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