domingo, 28 de julio de 2013

26.743 (Publicado en edición julio 2013)

Por Gonzalo Cichero

Artículo 1º- Derecho a la identidad de género. Toda persona tiene derecho:
a) Al reconocimiento de su identidad de género;
b) Al libre desarrollo de su persona conforme a su identidad de género;
c) A ser tratada de acuerdo con su identidad de género y, en particular, a ser identificada de ese modo en los instrumentos que acreditan su identidad respecto de el/los nombre/s de pila, imagen y sexo con los que allí es registrada.

  
Siendo éste el primero de quince artículos que contiene la ley 26.743; se nos indica que toda aquella persona, desde su integridad de identidad y género, tiene el pleno derecho a su libre desarrollo como persona, y a su identificación como ésta lo disponga y desee que así sea.
   La ley de Derecho a la identidad de Género se le fue concedida al pueblo argentino el 9 de mayo del 2012, año bisagra para hacer un cisma en el tiempo perdido y el tiempo ganado, para dar inicio a la lucha de las minorías en torno a sus derechos.
   Podría detallarse íntegramente la ley, podrían instaurarse dos párrafos para definir la legislación. Pero quiero que sepan qué se hace con ella hoy en día.
   A partir de ahora queda en cada lector hacerse cargo de continuar el artículo o saltear la página y leer automáticamente la nota de ecología y cerrar la revista. Aquí no hay grises, la postura debe definirse por cada uno: hacerse responsable y tomar conciencia de las dificultades sociales que las mayorías imponen ante minorías, discriminadas, erradicadas por las familias; grupos que sufren cierto despojo y luego son criticados por su situación; o cerrar los ojos y los oídos y vivir de prejuicios
  A grandes rasgos Mocha Celis era el nombre de una travesti que era asidua en la localidad de Flores, gravemente hostigada por la policía. Tucumana, despojada parcialmente por su familia, cuando su único contacto con los vínculos parentescos era el de su hermana, que vivía en el Gran Buenos Aires. Trifulcas con la policía traen la frase “¡Ya vas a ver, puto de mierda, vos vas a terminar con tres tiros!”. Días más tarde de que esto sucediera Mocha es asesinada, y luego del peritaje, que se realizó de forma no legítima (pues es necesario que un familiar acuda al procedimiento de autopsia) siendo sus amigas y compañeras quienes lucharon porque esto sucediera, se da el resultado de que fue asesinada por tres balas de plomo.
   Mocha Celis resultó el nombre del bachillerato Trans por ser que Mocha era analfabeta “Pero hacelo de manera que ella no se sienta mal, que no se sienta menos”. Aún así la necesidad del orgullo por la identidad, por el género, no da constancia de que exista el tener que hacer rancho aparte y fomentar la diversidad pero estando alejados de las mayorías. Si en la universidad de La Plata los baños son para toda persona, indiscriminadamente su sexo y su género ¿Por qué debería existir un Bachillerato que está a favor de la diversidad y la aceptación, irónicamente haciendo referencias a la discriminación y la sectorización? ¿Por qué no podría festejarse la implementación de minorías, a gran escala, en secundarios para adultos? ¿Por qué no dar información o educación en pos de la inclusión en las escuelas primarias?
    Mocha Celis se creó como un espacio para que allí acudan personas con situaciones típicas en Transgéneros, siendo sus principales intereses los de aumentar la calidad de vida del colectivo travesti, transexual y transgénero de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y alrededores;  revertir la situación que conduce a las personas travestis, transexuales y transgéneros a la prostitución, otorgándoles un sustento económico que mantenga su situación de estudiantes para un futuro profesional; aumentar la frecuencia de los controles sobre la salud; generar conciencia sobre el cuidado de la salud; promover la participación democrática y el ejercicio de la ciudadanía plena. Existiendo esas metas para prevenir situaciones de abandono familiar, el exilio de hijos/as que acuden a las grandes ciudades manifestando a la prostitución como únicos medios sostenibles para su situación.
   La verdad es ésta: no existen puestos laborales sin pensar en el “que dirán”, no hay una conciencia más allá de los prejuicios, y no hay ley de identidad si primero no hay la concepción de una persona como pleno ciudadano, como pleno actor político, económico y social.

   Mocha Celis aparece entonces en el plano porteño como una evolución en el plano de la integración social, profesional y ciudadana. Pero falta mucho para que el inconsciente colectivo tenga un cambio.

La Barca Cubana, julio 2013.

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