domingo, 28 de julio de 2013

Por siempre serán Héroes (nota de tapa edición julio 2013)

Entrevista a Luis Carabajal, ex combatiente de Malvinas
 

Por Juan Ignacio Lanari

   
Luis Carabajal es de acá, de zona sur. Vive en Burzaco, tiene 51 años. Cuando tenía 19 vivió en carne propia la guerra de Malvinas. Nos cuenta su experiencia, qué sintió en el frente de batalla, cómo fue recibido una vez regresado al país y qué opina del conflicto actualmente. En relación a su participación en la guerra confiesa: “Realmente pensé que no iba  a volver, ahí aprendí a rezar”, se muestra conforme con el actual reclamo de soberanía por vías diplomáticas y desea: “Quizás vean mis tátara nietos flamear la bandera argentina sobre Puerto Argentino”
   -¿Cómo te enteraste qué tenías que ir a Malvinas?
   -Yo ingresé al servicio militar en enero de 1981 y en noviembre de ese año me dieron la baja por buen comportamiento,  cumplía el rol de mozo y a veces de cocinero del casino de suboficiales. En abril de 1982 yo estaba en casa y me enteré lo de Malvinas,  unos días después, el viernes santo me fueron a buscar a casa tipo cinco de la mañana, yo estaba durmiendo. Golpearon la puerta de casa y a los gritos me llamaban a mí, me levanté enseguida porque ya sabía que me iban a buscar. Ahí salimos en una camioneta a buscar a los demás chicos que estaban de baja y a eso de las seis de la tarde llegamos al cuartel para instruir a los de la clase 63, les enseñamos a armar y desarmar el armamento para que ellos pudieran quedarse haciendo la guardia y nosotros irnos a Malvinas.
   - ¿Cómo fue tu llegada a las islas?
   -Estuvimos dos días en el cuartel enseñándoles a los chicos que se quedaban y el 10 de abril partimos para las islas, terminamos llegando al otro día porque el 10 a la noche el avión no pudo aterrizar por el tiempo y volvimos a salir el 11 de abril, ese día llegamos a las Malvinas.
   -¿Qué sentiste en esos primeros días en las islas?
   -Nosotros no teníamos miedos, estábamos re confiados. “Acá no va a entrar nadie”, decíamos. El  primero de mayo  fue el primer bombardeo,  (de noche era bombardeo naval y de día bombardeo aéreo), ahí empezó el hostigamiento. Nosotros teníamos un cañón con un alcance de doce kilómetros y ellos nos tiraban con uno de 18 kilómetros, o sea que ellos nos tiraban, alcanzaban donde querían y nosotros no podíamos responder. Yo tenía una pistola de bengalas que la lustraba todos los días – porque nos decían que había que cuidar el arma, que era lo más importante que teníamos, que nos iba  a cuidar-, cuando empezó el primer bombardeo me levanté y lo primero que hice fue agarrar la pistola y tirar una luz de bengala porque no veíamos nada, era la primera vez que estábamos en esa situación, con tal mala suerte que la luz de bengala cayó a pocos metros de donde estábamos nosotros, marcándoles el territorio a los ingleses (mis compañeros me querían matar). Al otro día cuando me levanté revisé el cartucho de la bengala y decía “Vence en septiembre de 1977”.
   -¿El abastecimiento de comida cómo era en tu lugar?
   -El tema de la comida, nosotros estuvimos bien hasta el primero de mayo. Teníamos desayuno y almuerzo, comíamos a eso de las 11 de la mañana, y el almuerzo venía a eso de las 3 de la tarde. La comida era suculenta, bien pesada, pero a partir del primer bombardeo no salía la tropa entonces te arreglabas con lo que había, dependíamos de nosotros. No quedó ni un pato ni una gaviota, matábamos lo que veíamos y lo hervíamos, también nos metíamos en la casa de los Kelpers y agarrábamos lo que podíamos. Un día unos soldados que estaban cerca nuestro le robaron un ternero a un Kelper que vivía ahí cerca, con ese ternero comimos todos.
   -¿Cuál es el recuerdo más significativo que tenés de Malvinas?
   -El recuerdo más triste y penoso, que ahora lo estoy recordando y se me hace un nudo en la garganta, fue cuando entregamos el armamento. Ese fue un momento más penoso de todos, si le preguntas a cualquier ex combatiente de Malvinas te va a responder lo mismo. Cuando nos tomaron prisioneros nos llevaron a Puerto Argentino y  nos tuvieron ahí una noche, al otro día nos llevaron al aeropuerto y ahí nos hicieron dejar el arma. Vos no te querés desprender del arma. Eso fue lo más doloroso que viví y hasta hoy me trae angustia. También me sacaron todo lo que tenía, había escrito un diario que no me lo dejaron traer, me dejaron sin nada.
  
-En algún momento estando allá en las Islas, ¿fuiste consiente que podías no volver?
   -Sin dudas a partir del primero de mayo. Realmente pensé que no iba  a volver, ahí aprendí a rezar. Aunque parezca mentira aprendí  a pedirle a Dios por mis compañeros, por mi familia que estaba acá y escribí la primera carta que se la mandé al esposo de mi hermana. Esa carta todavía la tiene mi hermana.
   -¿Desde ese primero de mayo cuánto tiempo paso para vos hasta el 14 de junio  (día de la rendición)?
   -A partir del primero de mayo el tiempo me pasó rapidísimo. Nosotros desde ahí nos enterábamos lo que pasaba en otros lugares y en otros puestos de Malvinas. Escuchábamos radio Colonia (de Uruguay) y ahí nos informábamos lo que pasaba, como el hundimiento del General Belgrano. Pero nosotros estábamos muy confiados pensamos que no iban a entrar. No pensábamos que íbamos a perder la guerra, en ningún momento. Una vez que terminó todo nos dimos cuenta que eran muchos más que nosotros y  que tenían armamento más sofisticado, lo que si tuvimos nosotros (que fue hasta reconocido por los mismos ingleses), fue la garra que pusimos, no nos queríamos rendir.
   -¿Cómo te enteraste que Argentina se había rendido?
   -El oficial de mi grupo que estaba arriba de nosotros, tenía comunicación. Nos avisaron que teníamos que replegar porque los ingleses iban a desembarcar y no tenía sentido que nosotros nos quedemos ahí. La orden que teníamos era abandonar todo menos el armamento. Junté mis cosas, las cargué y me fui al pueblo, cuando llegamos a Puerto argentino nos encontramos con varios soldados de otras divisiones y nos dejaron en el puerto, entramos a un galpón que estaba al lado y no podíamos creer la mercadería que había, no podíamos entender como estaban todos los contenedores llenos de comida y nosotros sin comer.
   -¿Qué trato recibieron por parte de los ingleses?
   -El trato fue buenísimo, nunca recibimos de parte de ellos una agresión ni nada. Cuando nos embarcaron si nos sacaron todo, la campera, el pulóver, las botas,  nos revisaron todo,  nos hicieron vestir y nos subieron al barco. Cinco días nos tuvieron los ingleses hasta el 21 que llegamos a Palomar.
   -¿Cómo los recibió la sociedad argentina a ustedes?
   -Nos trajeron de noche, nadie se enteró que habíamos vuelto. Me tuvieron en Campo de Mayo veinte días sin ni siquiera avisarle a mi familia, me hicieron varios estudios, me engordaron y me dieron la baja. Salí de Campo de Mayo y me volví en colectivo a mi casa, fue muy feo. Yo en ese momento no podía creer que nadie sabía de donde venía. 
   -¿Te pudiste reinsertar fácil laboralmente?
   -Volví a mi trabajo y me dijeron que no, que las ventas no eran lo mismo, y ahí empezó mi calvario. Yo no venía de vacaciones ni de joda,  a mí me fueron a buscar a la noche, me llevaron y acá estoy, quiero seguir trabajando. Los lugares donde iba decía que era ex combatiente y me decían después te llamamos y nada, me sentí muy discriminado, llegó un momento que no quería decir “soy excombatiente”.. El único lugar que me abrió la puerta fue la empresa donde trabajaba mi cuñado, a ese lugar le había mandado la carta desde las Islas.
   -¿Qué opinión tenés  en relación a la discusión actual  sobre la soberanía de las Islas Malvinas por vías diplomáticas y lejos de una posibilidad de enfrentamiento?

   -A mí me gusta lo que está haciendo el Gobierno. Es más, a nosotros nos convocó a la casa de Gobierno cuando se cumplieron los 30 años de la guerra y nos mostró lo que iba a hacer, nos comentó que iba  a continuar el reclamo hasta las últimas consecuencias pero siempre diplomáticamente. A mí me gusta lo que está haciendo y yo no lo voy a ver pero quizás lo vean mis nietos o mis tátara nietos: Ver flamear la bandera argentina sobre puerto argentino.

La Barca Cubana, julio 2013.

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